En el 2006, en pleno ejercicio del poder del panista Felipe Calderón Hinojosa, las comerciantes indígenas Teresa González Cornelio, Jacinta Francisco Marcial y Alberta Alcántara Juan fueron, acusadas de secuestrar a agentes de la AFI, 11 años después, el titular de la PGR les pidió perdón en un acto público, pero nada hizo por meter a la cárcel a agentes, jueces y magistrados que torcieron la ley para encerrarlas en la cárcel.
     Mire usted, de todos es conocido que el Procurador General de la República procedió a pedirles perdón en un acto político para tratar de limpiar la imagen de la justicia mexicana, donde los políticos mexicanos son buenos para pedir que se respeten los derechos humanos en otros países, pero muy malos para aplicar estrictamente la ley dentro del territorio nacional.
     Las mujeres fueron presas en un operativo de decomiso de mercancía y con valentía defendieron lo que ellas consideraron que era el negocio para mantener a sus hijos, para llevarlos a la escuela, para alimentarlos, para intentar darles la vida digna que la constitución, a la que aluden en todo momento los políticos, no les garantizó
     Los agentes de la AFI se dijeron secuestrados, detenidos y en manos de la justicia mexicana, las mujeres pisaron la cárcel donde se les acusó de todo tipo de aberración, incluso de vender droga, pero sobre todo, del grave delito de secuestro que sirvió para mantenerlas tras rejas.
     Después de once años de tenacidad, de luchar, de defenderse con dignidad, cuando el gobierno mexicano ya no tuvo más opción, decidió liberarlas y en un acto que se convirtió en plausible, el titular de la PGR Raúl Cervantes les pidió perdón público y con ello ganó espectacularidad, dejando atrás el verdadero motivo de su cruel encierro.
     Es claro que si el procurador reconoció que en todo momento se torció la ley, se viciaron los procesos, se atentó contra los más elementales derechos humanos de las mujeres, debió presentar nombres, casos y procedimientos judiciales contras quienes cometieron tal atropello a la dignidad de las indígenas.
     Más que pedir perdón, se les estaría haciendo verdadera justicia a las mujeres, enjuiciando y metiendo a la cárcel por delitos graves contra la humanidad a los policías que se dijeron secuestrados y que declararon contra las mujeres, a los ministerios públicos que iniciaron esos procesos, a los jueces que se prestaron a dictar sentencia y a los caros magistrados que aun sabiendo en qué condiciones se estaba torciendo la ley, dejaron que pasaran tantos años en prisión.
     Todo esto ocurre a finales del gobierno dicharachero del panista Vicente Fox Quezada, continúa por largos seis años con Felipe Calderón Hinojosa y cae el telón de la hipocresía en el tercer tercio del priista Enrique Peña Nieto.
     Con todos estos antecedentes, hace tres días, los mexicanos nos indignamos porque el gobierno totalitario de Cuba le negó visa de entrada a la isla al expresidente panista Felipe Calderón Hinojosa, porque éste iba al homenaje del líder opositor Oswaldo Payá.
    Hubo quienes incluso lo entrevistaron pidiendo su versión de los hechos y preguntaron si la cancillería mexicana ya había enviado una nota diplomática, para inconformarse por el acontecimiento.
      Oswaldo Payá, es un líder opositor que dedicó su vida a luchar  por los derechos humanos de su país, consiguió 10 mil firmas para lograr hacer cambios constitucionales, nunca declinó pese al totalitarismo militar, nunca dobló las manos, siempre se mantuvo firme con su pueblo sin importar las consecuencias.
    En cambio calderón tuvo en sus manos el caso de las indígenas detenidas por secuestro y no hizo nada, tuvo el suficiente poder para acudir a la cárcel, romper los candados, liberarlas y enjuiciar a quienes utilizan la ley ganada por los revolucionarios, pero ahora utilizadas contra el pueblo.
     Pero no hizo nada ¿Entonces qué tenía que celebrar en Cuba? ¿Por qué habríamos de inconformarnos porque le negaron entrada a un solapador de la injusticia? ¿Qué de extraordinario ha hecho Calderón que no sea seguir viviendo de la política y ahora querer colocar en la presidencia a su mujer?
     La posición es clara, nada tenía que celebrar en otro país cuando aquí en su sexenio se dio este tipo de vejaciones contra las mujeres y por eso, los mexicanos no tenemos una deuda de gratitud con él.
    Para mi gusto, le negaron acceso a un violador de los derechos humanos que iba a criticar en otro país, lo que aquí permite.
NAMIKO MATZUMOTO
    La flamante presidenta de la Comisión de Derechos Humanos del Estado de Veracruz, salió contra el “Peje” fingiendo defender a los periodistas, aun cuando fracasó durante su gestión como Secretaría Ejecutiva de la Comisión para la defensa de los comunicadores en el trágico sexenio de Javier Duarte; su posición es clara, venderse al nuevo gobierno para que los diputados de la actual legislatura no la destituyan del cargo que ahora ostenta, mejor que no nos defienda.
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